Por: Redacción Revolución
(04 de noviembre, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Mi esposo gritó: “no le peguen, está embarazada”, pero no les importó [...] El feto salió en un charco de sangre. Tailyn, superviviente de tortura.
Cuando Amnistía Internacional
publicó su informe “Fuera de control: Tortura y otros malos tratos en
México”, diversas organizaciones civiles nacionales e internacionales
pensaron que se encontraban frente al escenario más grave y que
evidenciando la práctica sistemática de tortura se tendría resultados
positivos, en cuanto a los castigos de los agresores y las políticas
necesaria por parte del gobierno para su detención. Pero no fue así y
estos actos han ido a diario en aumento, siendo cometidos por policías
municipales, estatales, federales, Ejército, Marina, incluso por
gendarmería.
A Adrián Vásquez elementos de la policía estatal de Tijuana lo
detuvieron en 2012 y lo presentaron como un narcotraficante. Pero antes
de asegurarlo, los elementos policiacos lo torturaron, hasta casi
matarlo, pues lo dejaron inconsciente. Le rompieron algunas costillas,
le dañaron la vejiga y le llenaron los pulmones de agua tras vertérsela
por la nariz.
Aunque fue revisado por el médico que tenía a su cargo levantar el
reporte de las lesiones, solamente documentó las de menor importancia y
concluyó que “al no ser graves” se curarían en menos de 15 días. Sin
embargo Adrián se desmayó y tuvo que ser llevado a de emergencia al
hospital, donde fue sometido a cirugía de vida o muerte.
Con el acompañamiento de distintas organizaciones, incluida Amnistía
Internacional, en abril de 2015, después de años de campaña de su
familia, tres de los policías a los que Adrián identificó como sus
torturadores fueron por fin acusados formalmente. Pero Adrián sigue hoy
en prisión, según informes obtenidos por Revolución TRESPUNTOCERO.
Aunque el gobierno federal se ha comprometido a prevenir y sancionar
la tortura, dicha promesa, en lo que va del sexenio no se ha visto
reflejada, ya que no se reconoce aún los actos de tortura, mucho menos
se investiga y sancionan, ni se les da atención médica, incluyendo la
psicológica a víctimas y familiares.
“Violaciones sexuales, golpes, perforaciones, asfixias, descargas
eléctricas, introducir líquidos tóxicos en nariz, boca y artefactos en
genitales, tanto en hombres como mujeres, son solamente algunas de los
métodos de tortura utilizados por las Fuerzas Armadas, esos a los que
protege Salvador Cienfuegos y Enrique Peña Nieto, una estrategia bastante efectiva para acallar y generar genocidio.
Porque cuando no es la muerte, el resultado es una cifra altísima de
inocentes encarcelados, dividiendo a la sociedad en una parte (la
mayoría) que sufre y vive con miedo y otra (ciega) que ha sido enajenada
para creer a las víctimas, delincuentes y que la absurda e inútil
guerra contra el narcotráfico sí funciona”, afirma a Revolución TRESPUNTOCERO la investigadora social Arlette Adán, colaboradora de la Asociación para la Prevención de la Tortura.
Según datos de Amnistía Internacional, 64 % de la población mexicana
vive atemorizada, quienes creen que podrían ser víctimas de tortura, ya
que aun cuando son inocentes y nunca han cometido ilícitos, las Fuerzas
Armadas podrían detenerlos sin motivo alguno en su domicilio, trabajo o
vía pública, torturarlos y acusarlos de delitos no cometidos.
“Aunque cada vez más organismos se dedican al acompañamiento y
defensa de las víctimas de tortura, aún hay miles en las cárceles que
están desprotegidos, y la justicia para ellos, incluso, puede que nunca
llegue, porque las mismas autoridades la ponen fuera de sus alcances.
Esto con la ayuda de los abogados de oficio, los médicos que niegan
lesiones graves, aunque el detenido esté a punto de morir, o
investigaciones detenidas o fallidas, nula atención psicológica y
mediocre aplicación del protocolo de Estambul, cuando aceptan aplicarlo,
además de documentación desaparecida o no aceptación de testimonios”,
comenta Adán.
Aunque Amnistía Internacional logró demostrar que en 2014 hubo más de
2 mil 400 denuncias de tortura (duplicando las de 2013), el gobierno no
tiene datos contrastados que demuestren que se acusó a alguien.
En el caso de Enrique Guerrero, lo detuvieron una noche de viernes en
la Ciudad de México. “De repente, dos sujetos me perseguían, siguen
disparando. Ya me bajé de mi coche y corrí… Me agarran. Cuando se
acercan y quieren subirme a la camioneta, ahí es donde veo que algunos
son uniformados” dio a conocer el joven, según datos obtenidos por Revolución TRESPUNTOCERO.
Por fin lo lograron, una vez en el interior del furgón, sujetaron a
Enrique contra el suelo y lo llevaron a un almacén. Allí, unos policías
lo desnudaron de cintura para abajo y le vendaron los ojos, y luego lo
torturaron toda la noche. Decían: “’Te vamos a violar, te vamos a
coger’. Me encañonaron en la frente con una pistola”.
Los policías usaron una bolsa y con ella intentaron estrangularlo,
después llegaron los métodos de asfixia. Él se negaba a firmar una
confesión; entonces dijeron: ‘Bueno, entonces ponemos algo ilegal’. Es
por esto último que Enrique lleva dos años encerrado en una prisión de
máxima seguridad.
El 600 % del incremento del número de denuncias de tortura y otros malos tratos, dan como resultado en México 7 mil 741 denuncias recibidas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en
tan sólo cuatro años (2010-2014), la misma dependencia que en múltiples
casos, según las voces de familiares de víctimas, se ha negado a
agilizar las investigaciones o ha tenido pruebas suficientes pero no ha
emitido recomendaciones que pudieron cambiar las circunstancias de las
víctimas, con respecto a su puesta en libertad, así es como en 23 años,
solamente ha habido 7 condenas por tortura y no han sido durante este
sexenio.
Samantha Navarrete activista que forma parte de Amnistía Internacional asegura a Revolución TRESPUNTOCERO
que “ninguna autoridad federal ha realizado un claro seguimiento de los
datos sobre la constante tortura y malos tratos perpetrados por las
fuerzas de seguridad, lo cual independientemente del porqué no lo hace.
Tiene gran culpa entonces porque da vía libre al aumento de los casos,
ya que no responde de manera adecuada ante la problemática mortal”.
Y afirma que si “mañana todas las autoridades de las cuales dependen
los casos de tortura”, ejercieran sus investigaciones y demás acciones
con un mínimo de objetividad en cada proceso penal, veríamos a miles
libres en las cárceles, con sus casos esclarecidos, demostrados
inocentes, y por cada víctima en libertad, al menos cinco elementos de
seguridad estarían entrando a las cárceles, de esa dimensión es la
gravedad que padece México y el peligro inminente que corre cualquiera
de sus ciudadanos y con mayor riesgo los inocentes, porque los que han
cometido delitos, esos generalmente están coludidos con distintas
autoridades”.
“México padece una pandemia de tortura, que difícilmente logrará
combatir, cuando ésta proviene de quienes tienen los hilos del poder y
son una tiranía perfecta, sin embargo la exhibición de los casos y el
acompañamiento de las organizaciones pueden cambiar el negro panorama
del país”, afirma Adán.
“No hay día que no recuerde el día que me golpearon, me
amenazaron, y me obligaron a aceptar cosas que yo no cometí. Es una
tortura diaria. Es como estar enterrado vivo aquí.”Damián Gallardo Martínez, torturado por la Policía Federal en mayo de 2013.
“Lo que queda en tu mente, quien lo puede remediar. ¿Quién me lo puede quitar? Creo que no hay medicina ni terapia para esto.” Superviviente de tortura entrevistada por Amnistía Internacional, 2015.
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