2 jul 2009

La CoIDH enjuiciará al Gobierno mexicano por caso Radilla

Tita, su hija, atestiguará en la audiencia pública el 7 de julio

Por Nancy Betán Santana

México DF, 1 julio 09 (CIMAC).- “El caso de mi padre Rosendo Radilla Pacheco fue aceptado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y México será juzgado por su desaparición. Soy Tita Radilla Martínez y atestiguaré en la audiencia pública del próximo 7 de julio”.

Ella encabeza la lucha de su familia. Desde el 25 de agosto de 1974, día de la detención ilegal de su padre, se han dedicado a realizar denuncias públicas y gestiones para dar con su paradero.

La movilización de los allegados significaba, en ese entonces, un riesgo para su integridad personal, por el clima político tan tenso que existía. “Las once hermanas tuvimos que organizarnos para buscar a mi padre. Mi hermano corría peligro por ser hombre; a nosotras nos decían que por ser mujeres no nos iba a pasar nada, pero no era cierto. En los retenes, los soldados buscaban siempre contacto físico mayor con nosotras”, afirma Tita.

Rosendo fue víctima de la desaparición forzada, una de las formas de represión practicada sistemáticamente, junto con la tortura y las ejecuciones extrajudiciales, por el Estado durante el periodo conocido como “guerra sucia” en México (desde finales de los años 60 hasta principios de los 90).

Atoyac de Álvarez fue el municipio, guerrerense y nacional, más golpeado por la estrategia represiva. No era dirigida únicamente contra los movimientos armados y guerrilleros, como el de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, sino hacia la población en general, considerada por el Ejército como “base” de los mismos.

Tita y su familia persistieron en la búsqueda; sufrieron deterioro económico debido a los traslados y la falsa información ofrecida a cambio de dinero por diversas personas en su deambular.

Fue hasta 1990 que los familiares de desaparecidos pudieron acudir a instancias oficiales, luego de la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). En 1992, la familia Radilla hizo la primera denuncia penal por la desaparición forzada de Rosendo. Acumularon un total de seis, todas sin respuesta.

LA FISCALÍA

En noviembre de 2001, el entonces presidente Vicente Fox anunció la creación de la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), con el propósito de cumplir con la recomendación 26/2001 de la CNDH y otras relacionadas para investigar lo sucedido en los 532 casos de personas detenidas-desaparecidas, y dar una respuesta a la sociedad en torno a la acción del Estado respecto a los movimientos estudiantiles y armados que comenzaron a surgir a finales de la década de los 60.

La actuación de la Femospp no cumplió con los objetivos: de los 532 casos analizados, el fiscal especial consignó sólo 16 averiguaciones previas, obtuvo nueve órdenes de aprehensión, y en ningún caso se obtuvo condena penal.

Por el caso de Rosendo Radilla, la Fiscalía únicamente consignó al general Francisco Quirós Hermosillo por el delito de privación ilegal de la libertad, en su modalidad de plagio o secuestro, pero no por el tipo penal de desaparición forzada.

Quirós Hermosillo ya se encontraba en prisión por delitos contra la salud; la acusación por la desaparición de Rosendo se canceló luego de su muerte.

En noviembre de 2006, la Femospp fue disuelta por acuerdo del Procurador General de la República, sin resultados concretos. Los expedientes fueron turnados a la Coordinación General de Investigaciones, dependencia de la Procuraduría General de la República encargada de delitos fiscales.

LA AFADEM Y TITA

Pese a la negligencia y el contexto violento al cual se ha enfrentado, la entrega de Tita, su insistencia y su “andar de aquí para allá” sin importar las condiciones (cuando su padre fue desaparecido, ella esperaba a segundo hijo) la han dirigido por una vía de logros importantes. Uno de ellos fue la conformación de la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem) con otros afectados por la represión. Actualmente, Tita es vicepresidenta de la asociación.

La Afadem estima que mil 200 personas fueron desaparecidas en México durante la guerra sucia. De ellas, cerca de 600 son guerrerenses; más de 400 de estas desapariciones forzadas se registraron en Atoyac de Álvarez.

Paradójicamente, un logro más la hizo víctima directa del hostigamiento cuando el 25 de mayo de 2008, dos meses antes de que se iniciaran las excavaciones en las instalaciones del cuartel militar del 40 Batallón de Infantería del Ejército para buscar restos de los familiares desaparecidos de miembros de la Afadem, un vehículo militar lleno de soldados se apostó frente a la sede de la Asociación en Atoyac de Álvarez y permaneció ahí toda la mañana.

Según el periódico La Jornada Guerrero, cuando Tita, Julio Mata Montiel --secretario ejecutivo de Afadem-- y un reportero se acercaron para indagar qué sucedía, un soldado le pidió al último que se identificara y dejara de sacar fotografías, al tiempo que cortó cartucho.

“Ningún despliegue militar es casual, y mucho menos éste, cuando se presentan soldados a amedrentar a familiares de desaparecidos al acercarse fechas importantes para ellos, como el primer día de la Semana Internacional del Detenido Desaparecido, la realización de las esperadas exhumaciones o, en mi caso, el envío del caso de mi padre por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH)”, insistió Tita en ese entonces a La Jornada.

La lucha contra la impunidad que ha emprendido es su forma de dignificarse y dignificar a su padre; la única. La lucha contra la impunidad se convierte en la lucha por una sociedad democrática basada en el respeto y el cumplimiento de los derechos humanos.

Probablemente, la sentencia que espera la familia Radilla será una bocanada de aire fresco para quienes han callado, e incluso negado, las desapariciones forzadas de sus seres queridos por miedo a las represalias.

ROSENDO

Hijo de Felipe Radilla Radilla y Agustina Pacheco Ramos, Rosendo nació en el rancho de Las Clavelinas, a tres km de Atoyac de Álvarez, Guerrero, el 1 de marzo de 1914. En 1930, su familia se trasladó a Atoyac por órdenes militares, que obligaron a la población aledaña a concentrarse en este pueblo.

Con Victoria Martínez Neri procreó once hijas y un hijo. Fue campesino, ganadero y cafeticultor. Pero sobre todo, Rosendo Radilla fue líder comunitario: “La casa siempre estaba llena de gente que lo buscaba por cualquier tipo de problemas: para pedir una novia raptada o huida, cubrir los gastos de alguna boda, sacar a un preso, y por supuesto pagar la multa, informar de un enfermo que no tenía dinero, registrar a un bebé o enterrar a un difunto cuyos familiares no podían hacerlo”, cuenta Tita.

Rosendo impulsó la educación y la salud, participando en la construcción de dos escuelas de instrucción básica y del hospital rural de Atoyac; además, se desempeñó como presidente municipal de 1955 a 1956.

Durante su gestión, construyó los primeros cuatro puestos del mercado municipal, adquirió el primer camión recolector de basura, e irónicamente, construyó el cuartel militar al que fue llevado cuando lo detuvieron para desaparecerlo.

En palabras de Víctor Cardona, cronista de Atoyac, Rosendo fue uno de los pocos presidentes municipales que salió de su cargo más pobre de lo que había entrado, pues para cubrir las necesidades de su gestión invirtió muchos recursos económicos propios.

De 1956 a 1960 fungió como secretario general del Comité Regional Campesino de la Unidad Agraria de la Sierra de Atoyac de Álvarez. A partir de 1960, se incorporó al movimiento cívico que luchaba en contra del gobierno represivo de Caballero Aburto (1957-1961) y, como lo afirma su hija Andrea, esto marcó el verdadero inicio de la participación política de Rosendo, pues durante toda esa década denunció los latifundios y el acaparamiento de tierras, demandando el reparto de las mismas a los campesinos.

Otro modo de manifestar su inconformidad fue la composición de corridos, como el que creó para mantener viva en la memoria de los guerrerenses la masacre del 18 de mayo de 1967, perpetrada por policías judiciales contra padres de familia congregados en un mitin que exigía la destitución de la directora de la escuela primaria Juan Álvarez.

El 25 de agosto de 1974, Rosendo Radilla viajaba de Atoyac a Chilpancingo en compañía de su hijo Rosendo, cuando fue detenido en un retén militar ubicado cerca de Cacalutla y Alcholoa. Preguntó de qué se le acusaba, los soldados respondieron: “de componer corridos”, relata su hijo. Sus familiares nunca lo volvieron a ver.

Muchos y muchas desaparecidas políticas acompañan el nombre de Rosendo Radilla; hacerle justicia a él, abrirá las puertas de la reivindicación para quienes permanecen en las sombras de la impunidad.

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