¿Una guerra perdida?
No pasa un día en México sin que la delincuencia organizada manifieste “que le perdió el miedo” a la autoridad pública. Pese a la masiva operación represiva lanzada por el presidente Calderón desde su llegada al poder, las mafias siguen asesinando a oficiales del ejército, a políticos conocidos, a comandantes de la Policía Federal y de la Secretaría de Seguridad Pública. La guerra entre -y contra- las organizaciones delictivas ha costado más de 11 mil muertos al país desde el año 2000. México esta en vía de tener una paramilitarización acelerada. La corrupción, antaño concentrada en los más altos niveles del gobierno federal, se generaliza en la mayoría de los estados y municipios del país. Por primera vez todos los grandes partidos políticos tienen que reconocer que han sido penetrados, en mayor o menor medida, por el crimen organizado. Y Estados Unidos manifiesta cada día más que quiere monitorear y controlar la lucha contra este flagelo.
Jean Francois Boyer*
Hace tiempo que en México el narcotráfico dejó de ser una historia de ladrones y policías. Desde que, a mediados de los años 80 del siglo pasado los “clanes” colombianos de Cali y Medellín negociaron con las mafias mexicanas de Colima y Sinaloa para utilizar su territorio como trampolín hacia Estados Unidos, el narcotráfico se ha vuelto el principal problema político del país.
El narcotráfico tiene aquí una dimensión política por dos razones. La primera, porque paulatinamente, y con diferentes modalidades, las mafias se han enquistado en el tejido institucional, político y social, masificando la corrupción en todos los estratos de la sociedad. La segunda, porque la lucha contra “el narco” se ha convertido en el principal objeto de discordia del país con su vecino del norte y principal socio económico, Estados Unidos.
Centenares de expedientes judiciales mexicanos, estadunidenses y de otros países, así como numerosos libros (1), han establecido las complicidades de las que se beneficiaron las mafias mexicanas en los tres sexenios sucesivos de los presidentes Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. De 1984 a 2000, generales-jefes de regiones militares; directores de la seguridad federal y luego de la policía federal; zares antidroga; secretarios (ministros); secretarios particulares de presidentes de la República; gobernadores de estados federados como Tamaulipas, Sinaloa, Morelos, Sonora y Chihuahua, han sido cómplicesen la transformación del México neoliberal en el primer narco -Estado del planeta, “honor” que comparte con Afganistán.
* Director de Le Monde diplomatique México,
Centroamérica, Estados Unidos.
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