Javier Elorriaga Berdegué, representante de la Revista mexicana "Rebeldía", la voz del zapatismo, ha estado de gira por Europa durante el mes de mayo.
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Javier Elorriaga Berdegué, representante de la Revista mexicana "Rebeldía", la voz del zapatismo, ha estado de gira por Europa durante el mes de mayo. Con él hemos compartido nuestras convicciones y nuestras inquietudes ante la convulsión que vive México, la fortaleza de la autonomía zapatista y los paralelismos con el movimiento del 15M.
P.: Cuéntanos qué es y cómo funciona la revista Rebeldía.
R.: La revista es muy dispar en cuanto a la temática que toca, es decir, no se puede catalogar tan fácilmente dentro de un género periodístico en particular. La revista está pensada en mucho para el militante zapatista, entendiendo que no son militantes organizativamente hablando, es decir, está pensada en el movimiento que lucha y se identifica con el zapatismo, sobre todo desde la Otra Campaña. Y dependiendo de la lectura coyuntural que se haga de dicho movimiento, depende también el contenido de la revista. Por eso a veces la revista contiene artículos que solamente son como crónicas de alguna lucha en particular, o entrevistas para contar estas luchas y a veces trata contenidos más teóricos, que tratan de desarrollar la teoría desde el punto de vista del zapatismo, para buscar entender qué es lo que está pasando en un momento dado, qué tendencias se están reflejando en la realidad, en la lucha contra la explotación capitalista, en la situación global. Pero insisto en que es muy variada y desmadrada si tuviera que seguir una lógica tradicional que tratara de encasillarla dentro de un género periodístico pues; según las circunstancias, de la misma forma que habitualmente es informativa, entendiendo que al dar a conocer distintas luchas también está apoyando no sólo a esas luchas en particular sino al movimiento que lucha en general, un número o varios los podemos dedicar a un debate teórico. O como está pasando con los últimos números, que están dando el lugar al intercambio epistolar entre el sup Marcos y algunos intelectuales alrededor de la temática de la ética y la política, la guerra, los medios de comunicación. Y desde luego, siempre dando un lugar a que la voz de los propios zapatistas tenga un lugar dentro de la revista, según ellos mismos lo vayan decidiendo.
Por esto mismo, el grupo de redacción varía según estas circunstancias, a veces hay muchos jóvenes participando, y aprendiendo a la vez, que son los que hacen las entrevistas, las crónicas, viajan hasta algún lado para tener testimonios directos, investigan algún tema en particular, y a veces es más reducido el equipo que labora la revista. Lo que no varía es que nadie cobra salarios, tampoco hay publicidad, la revista vive de las ventas, y estas solo son directas, sin distribución en kioscos ni librerías. Ajustamos mucho las tiradas, de forma que no gastemos ni un peso de más. Sabemos en cada número cuántos ejemplares va a coger cada núcleo que la recibe, fundamentalmente colectivos de la otra campaña, y así tanto es la forma de ajustar costes como de mantener un contacto entre colectivos a lo largo y ancho del país. No tenemos permisos gubernamentales, ni registros ni subvenciones. La tirada habitual es en torno a los 4.000 ejemplares.
P: ¿Cómo valoras la gira de Rebeldía que os ha llevado a recorrer Europa durante el mes de mayo?
Fue muy interesante reunirme con varios colectivos, a algunos ya los conocía, a otros menos, aunque todos tenían en común que de una u otra forma han caminado cerca al zapatismo a lo largo de los años, no sólo con la cuestión de la solidaridad directa a las comunidades indígenas, sino, y esto es lo más interesante, en muchas ocasiones tratando de poner en práctica, en sus luchas en sus espacios, lo que el zapatismo ha venido enseñando a lo largo de todos estos años, es decir, que se puede hacer otra forma de hacer política, que se puede desde ya construir otro mundo, que eso se puede y debe hacer desde abajo y a la izquierda, sin esperar nada desde el Poder, que se debe tratar de seguir la lógica del caminar preguntando, del mandar obedeciendo y del para todos, nada para nosotros. Es decir, la gran mayoría de estos colectivos no son colectivos que se dediquen exclusivamente a juntar recursos materiales y económicos para ayudar con proyectos concretos en las comunidades indígenas zapatistas, sino que son colectivos que a su vez participan dentro de otros colectivos que están luchando por transformar la realidad en sus centros de trabajo, barrios, ciudades, países, continente, mundo, a según. Y eso es lo que los zapatistas nos han enseñado que debe ser el internacionalismo y la solidaridad entre pueblos que luchan, no sólo pensar en como ayudar a los otros, sino en aprender de los otros para luchar en tú espacio contra el enemigo común, el capitalismo.
P.: Háblanos de la situación en México.
R.: La situación es de desmantelamiento de todo lo social. Se inicia a finales de los 80, en la recomposición del capitalismo y el modelo económico a la cola de los EEUU. Es un proceso de reestructuración, de privatización de todos los sectores paraestatales, casi todos salvo la extracción de petróleo. Es un desmantelamiento en toda regla del Estado, incluso en lo que en teoría no se ha privatizado: la sanidad y la educación siguen siendo públicas, en teoría, pero no hay recursos y, en la práctica funcionan de milagro, con un servicio cada vez más deficiente..
También hay una pérdida absoluta de su papel de mediación/control social. Por ejemplo, en lo laboral, el neoliberalismo no necesita los grandes sindicatos ni las grandes centrales sindicales, como si los necesitaba en una etapa anterior, durante mediados del siglo XX, ni legislación ni arbitraje. Todo eso es pasado. Los salarios decrecen, la flexibilidad es absoluta, las relaciones no son colectivas sinó individuales…
Uno de los resultados es que el tejido social, los elementos de colectivización desaparecen. El otro es que el Estado no cumple papel alguno respecto a las necesidades de la población. Es algo absolutamente alejado de la sociedad.
Perdido el papel de mediación y arbitraje, sólo le queda el papel represivo, de “control de la seguridad”, el estado es la policía y el ejército, cuya expresión más fehaciente es una supuesta guerra contra el narcotráfico.
P.: ¿Cómo se desarrolla esa guerra?
R.: México es terreno no sólo de paso del tráfico de droga sino también de producción, cultivo y cada vez más consumo. Hay ganancias multimillonarias en este negocio. El narcotráfico lo infiltra todo: el gobierno, la policía, la justicia…
La guerra “contra el narcotráfico” es una guerra contra la población, sobre todo contra lo que queda de sociedad organizada, destruye el tejido social que no había acabado de destruir la guerra económica. Ha habido cerca de 40.000 bajas, los derechos humanos son pisoteados diariamente, cantidad de pueblos en diversas zonas del país han quedado vacíos, la gente se va, escapando de la pobreza y de la violencia, existe la extorsión, las mismas bandas ofrecen “protección” cobrándola, hay fosas comunes desconocidas, no sólo de migrantes como las primeras que se encontraron… Es la ley del más fuerte, de la impunidad absoluta.
Y el efecto sobre la población es de miedo, de aislamiento, de indefensión, de buscar que la única solicitud social sea la de mayor protección policial, que generará más miedo, indefensión y aislamiento. Es otra de las caras del neoliberalismo que se nos impone.
A esa barbarie, tanto a la social como a la de la guerra, sólo se lo podría hacer frente, desde lo social y colectivo, con la existencia de redes que pudieran autodefenderse y salirse de la lógica de la violencia que viene desde el Poder, sea del narco o del Estado, en muchas ocasiones ligados entre sí. Individualmente no hay salida.
P: ¿Qué esperáis que suceda en los próximos meses en México?
Bueno, están sucediendo muchas cosas que hay que esperar a ver cómo se van desarrollando. Del Poder no podemos esperar ya nada, pero sí mucho de la gente de abajo, de las víctimas de esta guerra que somos la mayoría. Espero que el miedo que muchos sectores y colectivos están aprendiendo a controlar pueda irse convirtiendo en iniciativas que permitan poder ir contrarrestando ya toda esta violencia que viene de arriba, pero bueno, son de esos momentos en la historia en que todavía no hay nada muy claro, sólo esperanza en que el pueblo va a encontrar una salida a esta opción de muerte que es la única que se le presenta desde arriba como presente y futuro.
P: ¿Cómo se presenta el panorama de cara a las elecciones presidenciales de 2012 para los movimientos que como el zapatista, apuestan por la autonomía frente al Estado y al Capitalismo?
No es un debate que tengamos, por lo menos entre los círculos en los que me muevo yo de colectivos de la otra campaña. Sabemos que de la clase política no podemos esperar nada, con elecciones o sin elecciones y la verdad lo único que esperamos de ellos es que ataquen a todo aquel que no quiera ser parte de su proceso electoral, como hicieron en el 2006, especialmente contra los compañeros zapatistas, a los cuales calumniaron, insultaron y atacaron desde todos los espacios en donde tradicionalmente se mueve la clase política, los medios masivos de comunicación. La clase política es partícipe, como lacaya del gran capital que es, al aplicar las políticas económicas que le dictan, sin importar a qué partido pertenezca y como se autodenomine, de la destrucción diaria del país, de la explotación, el despojo, la violencia y el racismo que vivimos. Esto es lo que ofrecen y ninguna de sus campañas electorales lo puede ocultar y menos solucionar.
P.: ¿Cómo afecta la realidad de la guerra de Calderón a las Comunidades y al movimiento zapatista?
R.: En ellas es uno de los pocos sitios del país donde todavía existe tejido social y lo colectivo da protección al individuo. No hay extorsión desde el Poder, no hay ese miedo que sí se vive en otras partes de México, ese miedo del presente e incertidumbre del futuro. Hay pobreza sí, pero hay redes construidas desde la autonomía que los compañeros construyen día a día: sanitaria, educacional, cultural, de justicia. Hay comunidades, con órganos de administración civil elegidos por la propia comunidad, rotativos y sin salarios. Ahí sí el que manda, manda obedeciendo. Hay coordinación entre las comunidades y entre las regiones, con Juntas de Buen Gobierno, en las que se da solución a los problemas sociales de manera colectiva y bajo consenso.
A esa ola de descontento y de represión que viene desde el Poder sólo le puede resistir quien está organizado, quien es capaz de levantar las redes propias que responda a las necesidades, llenando los huecos que deja el Estado, desde lo tuyo, desde el territorio.
P: ¿Qué supone para el gobierno de Juan Sabines en Chiapas que el pasado 7 de mayo salieran las Bases de Apoyo Zapatistas a San Cristóbal de las Casas y ocuparan literalmente sus calles y su plaza?
R: Estoy seguro que a los zapatistas no les interesaba dar ninguna respuesta al Poder, sino mostrar su solidaridad a la gente En el marco de la recientes marchas que se convocaron al amparo del movimiento nacional Por un México en paz con justicia y dignidad a principio de mayo, las Comunidades Zapatistas llevaron 30.000 personas a la ciudad de San Cristóbal, para decirle a las demás partes de México que sufren la guerra desde el Poder: No están solos. No sólo a Sabines sino al gobierno federal y a la clase política toda, a sus intelectuales y dizque comunicadores, que llevaban meses tratando de convencer a la opinión pública de que el zapatismo ya no existía, ya se había desgastado y no tenía ninguna fuerza, no le debe haber hecho ninguna gracia ese “No están solos” de los zapatistas al pueblo de México, pero bueno, lo que les haga gracia o no tampoco es importante.
P: ¿Cómo ves el movimiento surgido en el Estado español creado a partir de las movilizaciones conocidas por “15M”, “¡Democracia Real YA!” y “Jóvenes Sin Futuro”? ¿En qué se asemeja al movimiento “No + Sangre” de México, salvando las distancias?
Bueno, lo primero es que el movimiento No más Sangre es una de las muchas iniciativas que hay en el país para protestar contra la guerra del gobierno de Calderón que está hundiendo al país. Además está el movimiento nacional Por un México con Paz y Justicia, que convocó a las últimas marchas y a acciones futuras, como una caravana nacional que comienza el 4 de junio y va a llegar hasta Ciudad Juárez. Y por supuesto están miles de luchas más, que se pueden encontrar o no dentro de este otro movimiento, pero que llevan tiempo peleando por otro México. Es decir, el México de abajo está en lucha desde hace un buen rato. ¿Cuáles serían las semejanzas con lo que está pasando en el estado español? Bueno, creo que hay darle más tiempo a los procesos sociales antes de ponernos a analizarlos, pero bueno, una semejanza creo es que la gente de abajo, ya entendió que no puede esperar nada de los de arriba, de los políticos profesionales, sus aparatos de gobierno, sus leyes y tribunales, sus políticas económicas.
Todo lo que ellos han hecho, las políticas que implementan para el beneficio de una minoría, dentro de la cual se ubican ellos mismos gracias a la corrupción y la impunidad que impera en todos los gobiernos del mundo, es lo que hace posible que cada vez más vivamos peor la mayoría de la población. Y creo que eso lo está entendiendo ya la gente y cómo ya no cree en los caminos que le dictan desde el Poder, pues buscan soluciones volteando a los lados, escuchando y preguntando a sus iguales: los demás desempleados, los demás jóvenes sin educación porque no alcanza para estudiar, las amas de casa que no alcanza para alimentar a sus familias, los mayores de edad que no les alcanzan sus pensiones, si las tienen, para una vejez digna, en fin, los millones de excluidos, pisoteados, ninguneados pro el Poder del dinero. Al mirar a un lado y escuchar que las historias de los demás son como su historia y que la mayoría de las veces el culpable es el mismo, el político, el juez, el policía, el banquero, un sistema económico y político que no excluye y oprime pues, se va sintiendo una fuerza y una esperanza de que las cosas se pueden cambiar, si nos decidimos a intentarlo. Y entonces gritamos Ya Basta, No mas sangre, Estamos hasta la madre, somos los indignados, democracia real y directa ya, justicia, libertad, democracia, paz.
P: ¿En qué medida consideras que el movimiento zapatista puede ser fuente de inspiración para quienes aquí siguen movilizados más allá de las elecciones del 22M mediante la toma de las plazas debido al profundo hartazgo?
Bueno, no hay nadie que le pueda decir a los demás como luchar, eso es algo que nos han enseñado los zapatistas. Pero también nos han enseñado que otro mundo es posible y que tampoco hay nadie que pueda impedirte empezar a construirlo si realmente te lo propones. Ellos lo están haciendo en territorio zapatista, demostrando que la autonomía, la construcción desde el colectivo, para el beneficio de todos y no para unos cuantos, es posible. Hay que aprender pues del camino que han recorrido los compas zapatistas, ver el lenguaje universal que hablan con su práctica diaria de lucha por un mundo nuevo, un mundo en el que quepamos todos los mundos, y de ahí podemos sacar muchos ejemplos de inspiración que nos ayuden en esta gran lucha que estamos llevando a cabo. Creo que ese es el mayor ejemplo del zapatismo, demostrar que se puede hacer otra política, con la gente, desde el colectivo, para el bien de la mayoría, sin estar obsesionado con la toma del Poder, del Estado. Hay que aprender de los compas pues.
P: En vuestras reflexiones abordáis recurrentemente un concepto clave para entender que los procesos autorganizativos es preciso que se den en otras coordenadas a las oficiales, es decir que nosotr@s debemos confeccionar nuestro propio “Calendario”. Háblanos sobre ésto.
Es otra de las enseñanzas zapatistas, enseñanza no soló teórica, sino que lo han demostrado con su práctica. No podemos estar siempre actuando bajo la lógica del Poder, de sus calendarios y agendas, sino que tenemos que construir los nuestros, sin estar volteando siempre hacia arriba. Para ellos, siempre, lo más importante de la lucha política son las elecciones y cualquier lucha política y social hay que supeditarla al calendario y la agenda electoral. Lo importante, dicen, es llegar al poder y desde éste cambiar el mundo. Nadie que no sea un político profesional que vive muy bien gracias a esto puede mantener que eso sea cierto hoy en día. Por eso debemos de dejar de escucharlos y de seguirlos en su práctica política. Allá ellos con sus elecciones, sus crisis de gabinete, sus sondeos de preferencias y toda esa mierda. Caminemos preguntando, volteemos a los lados, escuchemos, vamos construyendo nuestras prioridades a partir de nuestras necesidades colectivas y haciendo nuestros propios calendarios de encuentros y lucha.
P: Por tanto, ¿podemos afirmar que la creación, refuerzo y sostenimiento de las redes no institucionalizadas de apoyo mutuo a todos los niveles (familiar, del barrio, estudiantil, sindical, de amistad, de organizaciones sociales, etc), supone quizás la herramienta más completa y potente para resistir a la embestida del Sistema?
Pues si, eso pienso y eso creo que pensamos cada vez más personas en México que tratamos de aprender de la palabra y la práctica zapatista. Hay que aprender a hacer otra forma de política, basándonos en lo colectivo, en lo común, desde abajo y a la izquierda, sin esperar, ni pedir, nada al Poder, a su clase política. Vamos liberando pequeños espacios, de los más sencillos, en los que nos movemos y vivimos con otros y otras, y desde ahí iremos viendo que construimos con muchos más. Los zapatistas tienen un territorio donde, a pesar de las dificultades, las relaciones sociales no están basadas en el poder, sino en lo colectivo, en el bien común, ¿por qué no avanzar en construir eso en otros lugares, como dices, familia, barrio, escuela, centro de trabajo, sindicato, colectivo, etc? En lugar de estar siempre pensando en las grandes definiciones políticas, que si socialismo o no o de cual tipo, que si Estado o no Estado, que si el futuro incierto de lo que será lo tenemos que definir ideológicamente desde ahorita, peleando entre nosotros mientras tanto, ¿por qué no vamos construyendo otro presente con el que soñamos, escuchando más y excluyendo menos, desde abajo, en colectivo?
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