Padecen rezago educativo y poco acceso a servicios de salud
Angélica Enciso L.
Periódico La Jornada
Viernes 4 de enero de 2013, p. 7
Viernes 4 de enero de 2013, p. 7
La
población indígena muestra los indicadores más agudos de pobreza y
marginación, además de los índices más desfavorables de desarrollo
humano, advierte el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (Coneval).
En México, de una población nativa estimada en alrededor de 7
millones (el censo de 2010 del Inegi registró 16 millones 102 mil), 4.4
millones enfrentan rezago educativo, poco acceso a servicios de salud,
seguridad social, vivienda (espacios y servicios) y alimentación.Además, hay 2.7 millones que se encuentran en pobreza multidimensional extrema, es decir, 40.2 por ciento de ese sector, señala la Evaluación integral del desempeño de los programas federales y acciones dirigidas a población indígena 2010-2011 del Coneval
Indica que, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la desigualdad educativa se observa desde el nivel básico, donde 25.4 por ciento de los indígenas son analfabetos, en comparación con el 10 por ciento de la población nacional. Además, sólo 4.9 por ciento de los hombres y 3.7 por ciento de mujeres nativas acceden a la enseñanza superior, mientras que de la población en general acceden 10.1 por ciento de mujeres y 9.2 por ciento de hombres.
En cuanto a salud, señala que 37.2 por ciento de la población indígena no cuenta con esos servicios, aunque puede tener atención médica en centros de la Secretaría de Salud, servicios estatales o IMSS-Oportunidades. Esta población, para disponer de atención enfrenta obstáculos o se le dificulta acudir por la distancia de sus comunidades, lo cual implica un elevado costo de traslado a dichos centros y hay deficiencia en la provisión del servicio.
En cuanto a los programas y proyectos creados por el gobierno federal, el Coneval considera que atienden de manera fragmentada la problemática de la población indígena ante sus condiciones de marginación. Aun así, las
acciones acotadasde los programas
contribuyen a reducir la desigualdad indígena en cada uno de sus ámbitos.
Los
programas son aplicados por la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas y la Secretaría de Educación Pública, por medio
de la Dirección General de Educación Indígena y el Consejo Nacional de
Fomento Educativo. En ellos se atienden educación, nutrición, acceso a
la procuración de justicia, cultura y atención a grupos específicos.
Hay programas educativos que se ocupan del rezago indígena en aspectos como acceso y permanencia en los servicios de enseñanza, especialmente de niveles básico y medio, pero no han logrado reducir la brecha en la asistencia escolar. Además, para las generaciones indígenas más jóvenes, la calidad, eficiencia terminal y desempeño escolar no han mejorado.
Entre los retos de los programas, el Coneval destaca la falta de estructura organizacional de las dependencias ejecutoras y la magnitud del rezago en el desarrollo de los pueblos indígenas. Admite que “ningún programa resuelve –y no puede hacerlo– la desigualdad estructural. La mayoría son marginales, considerada la magnitud de los problemas que atienden, inabarcables con la capacidad de las dependencias y los propios programas”. Considera un desafío estructural de los programas que “ninguna dependencia cuenta con un marco de planeación integral que los vincule entre sí, en términos de cobertura y recursos, así como de continuidad e integralidad en la atención.
Hay programas educativos que se ocupan del rezago indígena en aspectos como acceso y permanencia en los servicios de enseñanza, especialmente de niveles básico y medio, pero no han logrado reducir la brecha en la asistencia escolar. Además, para las generaciones indígenas más jóvenes, la calidad, eficiencia terminal y desempeño escolar no han mejorado.
Entre los retos de los programas, el Coneval destaca la falta de estructura organizacional de las dependencias ejecutoras y la magnitud del rezago en el desarrollo de los pueblos indígenas. Admite que “ningún programa resuelve –y no puede hacerlo– la desigualdad estructural. La mayoría son marginales, considerada la magnitud de los problemas que atienden, inabarcables con la capacidad de las dependencias y los propios programas”. Considera un desafío estructural de los programas que “ninguna dependencia cuenta con un marco de planeación integral que los vincule entre sí, en términos de cobertura y recursos, así como de continuidad e integralidad en la atención.
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