30 jul 2010


Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza
Estampas de Ciudad Juárez

Después de que una camioneta cerró el paso a una familia, bajaron unos hombres armados con “cuernos de chivo” y el líder gritó al padre “Al jefe le gustó tu hija… nos la vamos a llevar… hay dos maneras… o te matamos a ti y a tu esposa y nos la llevamos, o sólo nos la llevamos a ella”. “Déjenlos vivir…” dijo la hija ahogada en llanto. Los gatilleros secuestraron a una adolescente de 14 años y se desconoce su paradero. Este no es el único caso.

Transitábamos por uno de los barrios más pobres de la ciudad cuando se detuvo el auto y la maestra que me guiaba gritó: “¡Chino!… venga acá… venga…” El muchacho de 13 años se acercó para que la activista comunitaria le dijera “¡Oiga, Chino!… cuando tenga algún problema con los chavales del club, dígame a mí, ¡bájele!”. El muchacho asintió después de una breve charla. “Es que esta semana el Chino amenazó con pistola en mano a un muchacho que viene a los cursos y es de otro barrio”, me comentó la maestra enojada.

“Cuando sufrimos el asalto número 40 dejé de contar”, dijo el dueño del restaurante de hamburguesas. El abogado agregó: “No sabes qué conversación más difícil es la que tienes con tus hijos cuando les explicas que si les gritas ¡tírense al suelo! lo deben hacer de inmediato y sin preguntar…”

A pesar de todo, lo sorprendente, lo maravilloso, es que la ciudad se mueve, la gente sigue luchando por “Juaritos”, como cariñosamente le dicen. “No podemos dejar de salir… tenemos que trabajar… tenemos que ir a comprar comida, nuestros hijos tienen que ir a la escuela… tenemos que vivir”, dijo la recepcionista del hotel al conversar esta situación, “El miedo no nos puede inmovilizar… se ha puesto feo, pero esperamos que esto pase y que podamos vivir en paz”, concluyó.

Un líder civil también señaló: “El desierto nos forjó el carácter… por eso es que podemos vivir aquí y vamos a luchar porque los gobiernos municipal, estatal y federal respondan a los ciudadanos”. Juárez tiene esperanza por acciones como éstas y por proyectos como el de cuatro clubes juveniles digitales en barrios pobres, donde los jóvenes podrán aprender cómputo, tomar distintos cursos y jugar en las canchas que se están construyendo y se alejen del círculo de la violencia y las drogas.

Estos testimonios los escuché el pasado fin de semana, cuando invitado por El Pacto, proyecto civil del Plan Estratégico por Juárez, pude tomar el pulso de esa ciudad. Sigo procesando una realidad estrujante de que la convicción del Estado tiene una enorme deuda con Juárez, sobre todo, en materia de justicia, mientras la impunidad sea la norma, no hay manera de revertir esa dramática realidad o ¿qué viabilidad tiene una ciudad donde a cualquiera nos podrían arrancar a nuestra hija de esa forma?

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