11 ago 2010

Nos preocupa que el proyecto se imponga; si se hace una consulta es con base en mentiras

Organizaciones indígenas se oponen a la construcción de ciudad rural en Chenalhó

Este plan es para que abandonemos nuestras tierras y que trasnacionales las ocupen: Pueblo Creyente

Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de agosto de 2010, p. 18

San Cristóbal de las Casas, Chis., 10 de agosto. Ante reiteradas versiones de que el gobierno del estado pretende construir una nueva ciudad rural en el municipio de Chenalhó, las organizaciones indígenas independientes han manifestado su rechazo: Nos preocupa que el proyecto se imponga y no se consulte al pueblo, y si se hace cierta consulta es con base en mentiras y omisiones, expresa Pueblo Creyente, de la parroquia de San Pedro Chenalhó.

A fines de julio, la Sociedad Civil Las Abejas de Acteal denunció la existencia del proyecto, que aunque oficialmente lo nieguen el mal gobierno estatal y municipal, se sabe que está ya previsto en Chenalho.

Cabe recordar que en Santiago El Pinar, municipio ubicado entre Chenalhó y San Andrés, está a punto de concluir la edificación de una ciudad rural muy festinada por el gobierno estatal, y que ha sido señalada como contrainsurgente por analistas y organismos ambientalistas.

Sostenían Las Abejas: Sabemos que es parte del Proyecto Mesoamericano, que no inició el mal gobierno de Felipe Calderón ni de Juan Sabines, sino desde Carlos Salinas de Gortari cuando firmó el Tratado de Libre Comercio, que causó el levantamiento armado de nuestros hermanos zapatistas en 1994.

Por su parte, en el boletín más reciente del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (CIEPAC), la investigadora Mariela Zunino apunta: La nueva escalada de apropiación del espacio común y el territorio del Proyecto Mesoamérica va en línea opuesta a la construcción autonómica de los pueblos y comunidades indígenas. En Chiapas, los espacios de gestión autónoma del EZLN avanzan hacia la construcción de una nueva territorialidad, donde los planes y proyectos neoliberales no tienen cabida (21 de julio).

Sumándose a estas denuncias, la asamblea de Pueblo Creyente argumenta: “Las ciudades rurales no las inventaron los gobiernos de este sexenio; tienen su historia muchos años atrás, desde la colonización de América; en ese tiempo se conocían como ‘reducciones’, con el objetivo de hacer más fácil y eficiente el control de la población para cobrarle tributos, utilizarla como mano de obra para minas, plantaciones, construcción de las ciudades de los españoles y, por supuesto, para su control político y militar”. Entonces, como ahora, “se alegaba que habría ventajas, que la concentración poblacional permite ‘el acceso a los servicios básicos’, según que para combatir la pobreza”.

Pueblo Creyente rechaza definitivamente la construcción de las ciudades rurales, porque este plan es para que abandonemos nuestras tierras y que empresas trasnacionales las ocupen y una vez que estemos concentrados nos puedan controlar y obligarnos a sembrar otros cultivos que ya no van a ser milpa o frijol. Sabemos que el gobierno ofrece mucho dinero para comprar las tierras.

La historia no ha terminado, añade. Los gobernantes actuales siguen despojando a los campesinos, como a nuestros hermanos de San Salvador Atenco cuando Vicente Fox les quería comprar sus tierras pero los campesinos se negaron y las defendieron. El gobierno para vengarse les inventó delitos y los condenó a la cárcel.

Como expresaban Las Abejas dos semanas atrás, las ciudades rurales y los proyectos neoliberales pretenden abrir el camino a las trasnacionales para imponer sus proyectos en nuestro territorio, en complicidad con los gobiernos serviles de México que incumplieron los acuerdos de San Andrés y crearon la guerra de contrainsurgencia, culminando con la masacre de Acteal. El gobierno en turno, concluían, continúa la guerra contra nosotros, con otro rostro pero el mismo objetivo de despojo de nuestros recursos naturales y de tratarnos como objetos y no sujetos de derechos ni de nuestra propia historia.

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