5 ago 2010

Represión en Guanajuato

La pregunta es si quieren dar entrevistas, exige funcionaria

No estamos conformes con el trato ni la condena, lanza una reclusa
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Jaime Avilés y Carlos García
Enviado y corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 5 de agosto de 2010, p. 3

Guanajuato, Gto., 4 de agosto. Las cuatro jóvenes campesinas que purgan condenas de más de 25 años de cárcel, al ser señaladas culpables de homicidio por abortar, fueron presentadas esta tarde a reporteros y fotógrafos de distintos medios para declarar, por consigna, que no desean conceder más entrevistas de prensa.

Con una palidez extrema, sometidas a una presión tan evidente que una de ellas rompió a llorar a causa de un ataque de nervios –¡me quiero ir!, gritó, cuando una de sus compañeras afirmó que las sentencias que les impusieron son injustas–, las internas Yolanda Martínez Montoya, Ana Rosa Padrón Alarcón, Susana Dueñas y Araceli Camargo Juárez (que según el gobernador Juan Manuel Oliva no existen) fueron obligadas a protagonizar una escena para que la Secretaría de Seguridad Pública estatal demostrara que no están incomunicadas, como lo denunció La Jornada en su edición del 4 de agosto.

De acuerdo con el libreto oficial, la vocera de la dependencia, Alicia Arias Muñoz, iba a preguntarles, delante de los medios, si querían seguir dando entrevistas, a lo que las jóvenes campesinas debían responder que no. Pero antes de que empezara la representación, La Jornada se adelantó e interrogó a las reclusas: ¿Están de acuerdo con las sentencias que recibieron y con el trato que les dio el Ministerio Público?.

Con ojos impacientes, Alicia Arias tomó la palabra: ¡No, no, no! La pregunta es si quieren dar entrevistas. Y dirigiéndose a las internas les echó la pelota: ¿Quieren dar entrevistas?. De pronto se impuso un silencio insoportable, en el que sólo se escuchaba el zumbido de un ventilador.

Vigiladas a escasos centímetros por una robusta custodia vestida de negro, inmóviles, uniformadas con pantalones y camisola color caqui, alineadas de espaldas a la pared de una estrecha sala de juntas en la que había al menos 12 reporteros (que habían sido despojados de sus cámaras y grabadoras), la más alta y morena de las jóvenes, echando el corazón por delante, dijo con firmeza y claridad:

Voy a contestar por educación. No, no estamos conformes con las sentencias ni con el trato del Ministerio Público. Fueron injustas. Pero ustedes ya conocen nuestras versiones y lo que pensamos, y somos respetuosas del reglamento.

En ese instante, la más bajita de las cuatro estalló en llanto, se dio la vuelta y pegando la cara contra la pared, gritó: ¡Me quiero ir, me quiero ir!.

La custodia la abrazó para consolarla. La vocera de la SPP esbozó una delgada sonrisa de desaliento y los reporteros volvieron a la aduana donde habían dejando sus pertenencias, lamentando el hecho de haber participado en un montaje tan degradante para las internas, para las propias autoridades y para la prensa, que también fue víctima de la mordaza oficial.

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