Piden replantear políticas para combatir el analfabetismo
Niñas y niños jornaleros de 6 a 14 años no acceden a la educación
Por Narce Santibáñez Alejandre
éxico DF, 30 dic 09 (CIMAC).- La jornada laboral comienza cuado se inicia el alba y termina cuando se pone el sol; es la infancia interrumpida de las niñas y los niños jornaleros, rostros morenos, rostros que al rayo del sol podemos ver tanto en el sur como en el centro del país.
Un ejemplo de ello, es Silvia Salgado, hermana del fallecido David Salgado, el cual fue atropellado por un tractor en enero de 2007. Silvia fue jornalera agrícola desde los siete años, a la vez cuidaba de sus hermanos y ayudaba a su mamá en las labores domésticas.
Silvia, es indígena de la comunidad de Ayotzinapa en Guerrero, actualmente tiene 15 años, tenía 13 años cuando su hermano David fue arrollado en Culiacán, Sinaloa. Ella, durante seis años trabajó cortando verduras, su jornada laboral empezaba a las seis de la mañana y terminaba las cuatro de la tarde, para seguir los quehaceres de casa, recuerda la joven.
Silvia relata a Cimacnoticias: “Mis papás decían que me fuera a la guardería, pero no quise, siempre trabajaba para ayudarlos, pero ya no me puedo ir pa Culiacán”, no responde porqué, ni desde cuándo ya no trabaja como jornalera agrícola, sin embargo, desde el accidente de David ya no ha vuelto a la pizca.
La adolescente nunca ha asistido a la escuela, sin embargo, le gustaría estudiar y aprender a leer, “mis papás si saben leer, pero nunca me han enseñado, nunca les he dicho que quiero aprender”, comentó Silvia.
Actualmente, Silvia colabora con el Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”, en los comedores de los jornaleros agrícolas. El proyecto provee de alimentos a los jornaleros que emigran a Culiacán.
De acuerdo con el informe anual del Programa de Jornaleros Agrícolas y Migrantes Internacionales del Centro de Derechos Humanos de La Montaña “Tlachinollan”, la temporada de migración se da entre septiembre y diciembre.
Al respecto, Nashieli Ramírez, directora de Ririki Intervención Social, señaló que es común que niñas y niños sean contratados en las hortalizas porque “tienen las manos más pequeñas, y por tal, funcionan mejor para la recolección más delicada, como fresas, tomates, jitomates.”
NIÑAS, DOBLE Y TRIPLE JORNADA
De acuerdo con las cifras oficiales, en México hay más varones jornaleros, aunque las niñas realizan labores domésticas en su hogar, además del trabajo en el campo, y se encargan del cuidado de sus hermanas y hermanos pequeños.
Sobre el número de niñas y niños que se encuentran en esta situación no hay datos precisos, pero de acuerdo con los cálculos de la Encuesta Nacional de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 80 por ciento son adolescentes hombres, y el 20 por ciento son adolescentes mujeres. Este patrón se ha mantenido prácticamente sin cambio entre 1998 y 2004.
De acuerdo con Margarita Nemesio, integrante de Tlachinollan, “Es evidente la doble y triple jornada que cumplirán las niñas el resto de su vida, pues más de la mitad, además de estar ocupadas, realizan quehaceres domésticos y estudian; la situación de las niñas trabajadoras es condenable y representa un daño irreversible”.
REZAGO EDUCATIVO
La Secretaría de Educación Pública (SEP) reconoce que menos del 10 por ciento de estas niñas y niños asiste a la escuela, pues generalmente suspenden sus estudios debido a complicaciones administrativas por cambiar de lugar de residencia.
El “Programa Nacional de Educación Primaria para Niñas y Niños Migrantes (PRONIM) a cargo de la SEP, solo cubre al 4.1 por ciento de la niñez jornalera. Además del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), institución gubernamental para las escuelas multi-grado en las comunidades más pequeñas, cubren un 3.9 por ciento adicional. Esto significa que el 92 por ciento de las y los menores de 6 a 14 años de edad que trabajan en el campo no tienen acceso a la educación.
Por ello, la Secretaría de Desarrollo Social implementó el Proyecto Monarca, el cual busca contribuir a la inclusión y cumplimiento de los derechos a la educación, salud y alimentación de las niñas y los niños, de 6 a 14 años, hijos de
jornaleros agrícolas, mediante apoyos que coadyuven al desarrollo de sus capacidades.
El proyecto busca inducir que los padres jornaleros envíen a las niñas y los niños a la escuela. Se les entrega un estímulo económico de 300 pesos mensuales y útiles escolares, uniformes y despensas.
Nashieli Ramírez, especialista en derechos de la infancia, señaló que la estrategia del gobierno federal para combatir los problemas de educación y analfabetismo entre las hijas y los hijos de migrantes, no funciona, a pesar de que se flexibilizó el horario escolar, así que se deben replantear las políticas de gobierno.
CONSECUENCIAS
El trabajo rudo en la pizca y el contacto con los pesticidas, hace que las niñas y niños padezcan dermatitis, intoxicaciones, mutilaciones, quemaduras, anemias, insolaciones y deshidratación y además, pueden fallecer por accidentes de trabajo.
De acuerdo con el informe Programa de Jornaleros Agrícolas y Migrantes Internacionales del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, la población más afectada al dejar sus comunidades es la materno – infantil y los principales problemas de salud que presenta la niñez son afectaciones en las vías respiratorias y desnutrición.
En el caso de las mujeres embarazadas el riesgo de muerte se eleva, toda vez que emigran sin recibir un diagnóstico de control prenatal.
Las consecuencias a largo plazo en el caso de las niñas, es que si llegan a ser madres, el producto podría nacer con algún tipo de malformación genética debido al contacto con los venenos de los plaguicidas, y en el caso de los niños, pueden sufrir trastornos reproductivos, como esterilidad.
LEGISLACIÓN
La Ley Federal del Trabajo establece que para emplear adolescentes de 14 a 17 años de edad, se requiere del consentimiento por escrito de los padres o tutores, y acreditar con un certificado médico que es apto; lo cual generalmente no se cumple.
También, la Ley fija sanciones económicas que van de tres a 155 veces el salario mínimo, sin importar el número de niñas que tengan empleadas en los campos, por lo que a los propietarios no les inquieta cubrir la multa que puede llegar a 7 mil 400 pesos.
El Convenio 138 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), precisa que la edad mínima para trabajar recomendada es de 14 años en los países en desarrollo y de 15 años para países industrializados.
Por otro lado, México cumplió nueve años de haber adoptado el Convenio 182 de la OIT, que responde a la necesidad de erradicar las peores formas de trabajo infantil, sin que se haya adoptado, como se comprometió, un Plan Nacional de Acción y la determinación de los trabajos peligrosos para la infancia y su identificación geográfica
Los estados con mayores índices de expulsión de niñas y niños jornaleros son Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz e Hidalgo. Del total de niñas y niños que trabajan como jornaleros, 50 por ciento son indígenas, 45 por ciento registra algún grado de desnutrición y el 90 por ciento no asiste a la escuela, de acuerdo con cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
A niñas y niños mexicanos, se les puede ver laborando en los campos de Baja California, Baja California Sur, Durango, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Puebla, Tamaulipas, San Luis Potosí, Sonora y, principalmente en Sinaloa.