Miércoles 17 de agosto de 2011, p. 2
Incertidumbre es la palabra que mejor define la situación que viven los pacientes cuando se ponen en manos de un servicio médico privado. Nadie puede estar plenamente seguro de que tendrá el mejor diagnóstico ni el tratamiento más adecuado, a veces ni siquiera porque los atienda el médico de su confianza. Nunca se sabe lo que ocurrirá dentro de un hospital, y tampoco es garantía de que se trata de la unidad médica de mayor prestigio o que su costo sea de los más elevados.
Los médicos reconocen el problema y advierten que el origen está en la falta de controles en el ejercicio de la medicina de paga.
Esta es la causa de la incertidumbre, y se agrega un problema de enfoque
: en las grandes empresas, como son los hospitales, la calidad se entiende como la satisfacción del cliente, aunque en medicina ésta no necesariamente tiene que ver con buena atención.
Raymundo Canales de la Fuente, ginecobstetra y miembro del Colegio de Bioética, lo explica así: Al paciente se le trata muy bien, igual que a su familia. El médico les ofrece todas las explicaciones y atenciones posibles, pero nadie se percata si la cirugía realizada era necesaria o no
. De cualquier manera, el pago está asegurado. Ocurre todos los días con las cesáreas o los procedimientos para extraer el apéndice, por ejemplo.
Esos procedimientos son los más comunes, están a la vista. Por eso hay clínicas privadas donde hasta 80 o 90 por ciento de partos se resuelven con cesáreas, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que no superen 20 por ciento.
También se reconoce, incluso a escala internacional, que de todas las apendicectomías realizadas en alrededor de 30 por ciento de los casos el procedimiento era innecesario, porque el órgano estaba sano.
Aunque intervienen otros factores, como la existencia de una póliza de seguro de gastos médicos mayores. Todavía hay contratos que pagan una cantidad mayor al médico que haya realizado una intervención quirúrgica en lugar de un parto normal, indica el experto.
La discusión sobre la calidad y precios de los servicios clínicos particulares es de larga data. Hasta ahora lo único seguro es que prevalece la falta de equidad. Y es que, reconoce Enrique Ruelas Barajas, secretario técnico del Consejo de Salubridad General, en la medicina privada no existe una relación directa entre calidad y precio, y tampoco los mecanismos necesarios de vigilancia y supervisión.
En entrevista, el funcionario recuerda que en los años 80 se puso a discusión el tema, y desde entonces quedó claro: el de los precios que imponen los servicios privados está en el ámbito de una relación comercial entre particulares.
Las tarifas de unos y otros hospitales dependen del monto de inversión realizado por los dueños en equipo médico de alta tecnología, y en otros del lujo de las instalaciones. A cada persona le toca decidir dónde quiere ser atendida. Fundamentalmente esos factores determinan las diferencias en el costo de la misma cirugía en uno y otro lugar.
Sin duda, también existen los casos de éxito, en los que los pacientes recibieron la mejor atención, tuvieron un buen diagnóstico y tratamiento para el control o la cura de su enfermedad, pero no es en todos los casos y ni siquiera es posible conocer aquellos en que la actuación médica y servicio hospitalario fueron adecuados.
Para Canales de la Fuente, adscrito actualmente al Instituto Nacional de Perinatología, parte de la solución está en que las autoridades metieran en cintura
a los actores involucrados: las grandes empresas de la medicina, las compañías de seguros y los médicos, que también tienen sus intereses. En conjunto, todos contribuyen al caos y falta de certeza en la calidad de los servicios médicos privados, que si bien representan menos de 10 por ciento de la atención clínica que se ofrece en el país, en términos económicos el tema no es para nada marginal, afirma.
Dependencia tecnológica
El encarecimiento de la medicina es un fenómeno mundial y tiene que ver también con la aparición de nuevas técnicas quirúrgicas y procedimientos de invasión mínima, que actualmente resultan indispensables para obtener mejores resultados en la recuperación de la salud.
Sin embargo, para México significa realizar adquisiciones en el extranjero de muy alto costo que al final pagan los pacientes. Ello no sucedería o al menos se reduciría sensiblemente si el país invirtiera en el desarrollo de tecnología propia, lo cual es posible porque existe la capacidad. Ha faltado voluntad política.
El problema es que los costos siguen al alza y dentro de algunos años, frente a la necesidad de ser más racionales en el gasto, no podremos pagar para tener los nuevos avances
, indica Canales.
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