A Mariana quien nos enseñó a tomar la vida con fortaleza
y a cada una de las mujeres que conocimos en este amargo paso:
Gracias por su valentía.
y a cada una de las mujeres que conocimos en este amargo paso:
Gracias por su valentía.
LA COLUMNA ROTA
VERÓNICA VILLALVAZO
VERÓNICA VILLALVAZO
La mañana del viernes 18 de marzo, el timbre del teléfono sorprendió el inició de ese día; al contestar, una voz desgarrada, la voz de mi amiga, compañera, una de las pocas que jamás cuestiono mi forma de hacer periodismo y que al contrario siempre respeto, “Frida ayúdame, me acaban de atacar en mi casa, por favor ven”.
Mi cuerpo se quedo paralizado, eran las ocho veinte de la mañana, la vería en una hora más y ahora no sabía cómo volar hasta donde ella estaba, al llegar y verla acompañada de otra mujer maravillosa, la sensación de impotencia se apodero de nosotras, qué hacer, cómo evitar que ella se sintiera tan lastimada, ¿porqué no le llame temprano como lo había pensado hacer para que se llevará la misma blusa que yo?, tal vez habría ocasionado que ese sujeto se asustará y la dejara.
Ella asustada, lastimada, buscaba el cobijo de nuestros brazos, como si con ello mitigáramos su dolor, todo fue muy rápido, en el transcurso del camino, iniciamos con las llamadas, al procurador, quien de inmediato llamó a la Fiscal, la cual al instante se puso en contacto, dando instrucciones precisas para que nadie tocara nada, me indicó que la comandante ya estaba por llegar al domicilio de mi amiga.
El viacrucis fue interminable, llegaron las autoridades a la casa, ella lo único que expresaba era quererse bañar, terminar con la agonía, terminar con el amargo sabor de boca, iniciaron las preguntas, después de un rato, pasó, “Ya lo agarraron”, “y hay una víctima más que ya lo reconoció”.
El momento fue difícil para ella, pero su corazón dio un vuelco, emociones encontradas, por un lado lo que había pasado unas horas antes y por otro la satisfacción de que ya lo tenían, la gente al mando de la comandante Raquel Cortés, actuó rápido esta vez no escaparía, de hecho era difícil pensar que ya lo tenían que finalmente lo detuvieron, fue hasta que le llevaron lo que le había robado la tarjeta del banco y el celular, fue entonces que la versión se confirmó el sujeto estaba finalmente detenido.
La fortaleza con la que actuaron al día siguiente cinco mujeres dos de ellas mayores de de edad de 60 y 75 años que habían sido víctimas de Bismart Rodríguez Escalante, las cuales pudieron ser la madre o abuela de cualquiera de nosotros, dos jovencitas de 22 años que podrían ser nuestras sobrinas, hijas o hermanas menores, y mi amiga, quien nos recuerda que pudimos ser cualquiera de nosotras.
El común denominador que las unió , el dolor, la frustración, la impotencia, pero al mismo tiempo la fuerza de que ya lo tenían de que ahora ellas tenían el poder de reconocerlo como su agresor, el que tanto las lastimo y que ahora se haría justicia, el encuentro no fue sencillo para ninguna de ellas, incluidas quienes las acompañaron a la identificación, emociones de todo tipo fueron expresadas en esas interminables horas, donde como ellas dijeron cerrarían el circulo de dolor en el que las sumergió la bajeza de ese delincuente.
Finalmente el momento pasó, mi amiga le dijo “pagaras lo que me hiciste en la cárcel, infeliz Bismart”, y llena de fortaleza dio un giro y salió de esa sala dejando detrás el terror que horas antes había sentido, acompañado de un grito de “ Ya lo tenemos” y saltó de alegría, por haberle puesto fin a la cadena de crímenes contra mujeres, contra nosotras que estaba cometiendo este sujeto.
El trabajo que viene para ellas y su familia es fuerte pero ya con la tranquilidad de que este delincuente está preso, ya que fue consignado el día domingo por el delito contra mi amiga. Mucho hay aún que hacer por detener a estos individuos, por parar la vulnerabilidad con la que vivimos todas y todos tener la clara conciencie de que cualquiera podemos ser presas en cualquier momento de sujetos de esta calaña.
El dolor que una acción de este tamaño es indescriptible, sin embargo, es importante ver que ese dolor se ve aminorado cuando por un momento creemos que si hay justicia y que la impunidad se terminara en este mundo que tanto necesita descansar.
Esa misma justicia esperan Leticia Valdés y su pequeño hijo los cuales siguen en la antesala de la esperanza de que en algún momento detengan a los agresores que destrozaron la vida de esta familia, lo cual hoy nos debe hacer sentir como sociedad, satisfechos no felices, falta mucho por hacer.
fridaguerrera@gmail.com
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Verónica Villalvazo
http://fridaguerrera.blogspot.com
solo cuento con mis ojos y mi mente son las herramientas que uso para trabajar
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