Sábado 20 de noviembre de 2010, p. 16
Cincuenta y siete meses después de la muerte de 65 trabajadores en la mina Pasta de Conchos y en la víspera de que se conmemore el centenario de la Revolución Mexicana, ayer el sacerdote jesuita Carlos Rodríguez lamentó que las circunstancias que detonaron el movimiento armado iniciado en 1910 prevalezcan en el sector laboral, en el cual se enfrentan condiciones indignas
y se violenta el derecho a contar con una fuente de ingresos.
A 100 años de la Revolución, hay condiciones indignas de trabajo en la minería del carbón. Es como si la Revolución no hubiera pasado por el norte de Coahuila ni por muchos otros centros de labor, donde tienen a obreros y obreras trabajando en condiciones miserables.
Al celebrar la misa mensual en memoria de los mineros que perdieron la vida el 19 de febrero de 2006 en Pasta de Conchos, el también integrante del Centro de Reflexión y Acción Laboral oró por que los gobernantes tengan misericordia
y escuchen las demandas del pueblo.
Se refirió en específico al Presidente de la República. Hoy exigimos a Felipe Calderón que reciba a las familias de Pasta de Conchos, que las oiga de manera directa y una vez que las escuche gire instrucciones para que el rescate se reinicie. El mandatario dio garantía (luego de la marcha que realizaron los deudos a Los Pinos) de que en 15 días se respondería a la solicitud de audiencia; pedimos a Dios que esto se verifique
, enfatizó.
Durante las peticiones que se hacen en la misa, el jesuita se refirió a la violencia.
Hay que organizarnos de mejor manera ante tanta muerte, para que mejore nuestro país. Pidamos porque el Presidente de la República escuche y atienda el clamor del país, el cual va en sentido contrario al suyo y al de los gobiernos panistas. Oremos porque esta violencia fuera de control, causada por la descomposición que nada detiene, nos haga actuar y unirnos para frenarla, así como todas las violencias que le han dado origen, como la falta de empleo, buen salario y no perseguir las causas de los trabajadores.
Frente a las instalaciones de Grupo México, donde se efectúa la homilía mensual, el clérigo habló del significado de la barda que construyó la empresa, la cual redujo la acera más de dos metros, lo que ha hecho que los asistentes a la misa se coloquen en un espacio más pequeño que en los 57 meses anteriores.
Estas rejas son señal de hostilidad y nos dicen que empresas como Minera México algo temen. Y si algo temen es porque algo deben, porque su ganancia está basada en condiciones indignas de trabajo. Quieren acotar nuestro derecho a expresarnos, pero que esto nos llene de entusiasmo para mantener el apoyo a nuestros hermanos víctimas de los que ahora ponen estos barrotes.
Lamentó que 100 años después de la Revolución, seis trabajadoras de la empresa Coppel hayan muerto (el 10 de noviembre) en un incendio ocurrido en una tienda de Culiacán, Sinaloa, porque no había salida de emergencia; que 10 mil trabajadores de Mexicana de Aviación estén sin trabajo y que no se resuelva la situación después de que el Estado ha rescatado bancos y carreteras, entregó las minas a manos privadas y los trabajadores de LFC hayan quedado sin fuente de ingresos
.
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