Ningún jerarca religioso debe definir derechos sociales, señalan
Martes 9 de noviembre de 2010, p. 22
Uno de los pendientes del gobierno de Felipe Calderón es la real aplicación de la ley para evitar que jerarcas católicos y asociaciones religiosas intervengan, con opiniones de tipo moral, en temas de derechos sociales, laborales y humanos que corresponden a la comunidad lésbico-gay, señalaron por separado Lol Kin Castañeda Badillo y Judith Vázquez.
Entrevistadas luego de participar en un ciclo de conferencias ante alumnos del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Castañeda Badillo destacó que normar la sexualidad es una forma de control social y precisamente una de las instancias garantes de dicho control son las religiones; éstas, dijo, desde el púlpito emiten juicios morales que terminan por discriminar a homosexuales y lesbianas, quienes al igual que los heterosexuales tenemos derechos, no somos seres de otro planeta
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Por ello, agregó, decimos que el matrimonio entre parejas de un mismo sexo, el otorgamiento de seguridad social a uno de los cónyuges, independientemente del sexo, y la posibilidad de adoptar a un menor de edad, no es un tema moral, sino de derechos, y es algo que a la Secretaría de Gobernación le toca regular
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Lagunas legales en estados
Badillo señaló que no obstante los avances en el Distrito Federal –donde gobiernos de extracción de izquierda, junto con la ciudadanía, han superado obstáculos en el reconocimiento de esos derechos–, a escala federal tenemos una gran laguna y el papel de nuestro Estado, que es laico, señala que no hay ninguna religión que esté por encima de los derechos
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Castañeda y Vázquez, la primera pareja lésbica que contrajo matrimonio en Latinoamérica y que entabló un juicio tras la negativa del IMSS a darle seguridad social a una de ellas, indicó que negar ese tipo de garantías es parte de los ataques de la derecha.
Vázquez destacó que persiste ese tipo de pensamiento que se resiste a la transformación social. No es ninguna novedad que las asociaciones religiosas insistan en llevarnos al medievo, a grado tal que hay iniciativas que buscan prohibir a los jóvenes ciertos bailes
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