En 1996, cuando se le dio autonomía, no se logró resolver el tema
Miércoles 3 de noviembre de 2010, p. 14
Aunque formalmente es un organo ciudadanizado, el Instituto Federal Electoral (IFE) se ha convertido en una instancia que cada vez ha hecho más evidente las filias partidistas de sus miembros que han surgido de los procesos en que los institutos políticos han transformado la selección para dar más prioridad a las lealtades que a las cualidades.
Por lo anterior, la renovación de consejeros enfrenta la disyuntiva para el PRI de recuperar dos posiciones en el Consejo General en la selección de quienes participarán en dos comicios presidenciales.
De acuerdo con la correlación de fuerzas que tenía el IFE hasta octubre pasado, cuatro de los consejeros habían llegado al cargo con el respaldo de la dupla PRI-PVEM; tres con el aval de Accion Nacional y dos fueron propuestos por el PRD. Si bien el origen no siempre ha sido determinante en el sentido de las votaciones, sí ha pesado en los asuntos clave para los intereses partidistas de uno u otro signo, especialmente en los dos primeros casos.
La partidización en el proceso de renovación del Consejo General ha sido un tema irresuelto desde 1996, cuando se confirió al IFE su autonomía como órgano electoral. De aquella conformación de consejeros, hoy se tienen dos connotados panistas ubicados en puestos clave del gabinete del presidente Felipe Calderon: Alonso Lujambio y Juan Molinar, titulares de las secretarías de Educación Pública y de Comunicaciones y Transportes, respectivamente.
Otros dos pasaron a integrar las filas de la izquierda: Jaime Cárdenas, actual diputado federal del PT, y Emilio Zebadúa, quien en primera instancia estuvo en el PRD y actualmente milita en Nueva Alianza.
Sin embargo, fue en el consejo encabezado por Luis Carlos Ugalde cuando la partidización comenzó a cobrar mayor incidencia en el rumbo de las decisiones adoptadas por el instituto, particularmente en la conducción de los comicios de 2006.
Entonces, con la exclusión del PRD, el Consejo General –cuyas funciones formalmente terminaron la semana pasada, con la salida de los tres últimos consejeros, aunque se haya anticipado su renovación parcial tras el polémico proceso de 2006– se dividió entre quienes fueron promovidos por el PAN y quienes llegaron con el respaldo de PRI-PVEM.
Inevitablemente, esto se tradujo en la conformación de dos bloques prácticamente inamovibles en el sentido de sus votos, independientemente de los temas a desahogar. Pieza clave para temas cruciales del panismo fue Arturo Sánchez –quien concluyó su gestión la semana pasada–, y aunque en menor medida, hicieron lo propio para el PRI Marco Antonio Gómez Alcántar y Virgilio Andrade, quienes también salieron en días pasados.
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