Homenaje de La Maldita Vecindad a mujeres e indígenas
Viernes 17 de septiembre de 2010, p. 13
Tres fueron los aspectos reveladores de la tarde y noche del 15 de septiembre en el cruce de Bucareli, Reforma, Juárez y República, en la zona de festejos patrios de El Caballito. El primero fue un concierto en el escenario tres
, instalado al lado de la Lotería Nacional, en el que dos bandas mexicanas de rock, una ya clásica y otra de las nuevas generaciones, La Maldita Vecindad y Zoe, respectivamente, hicieron fuertes críticas al gobierno calderonista, exigieron terminar con la violencia, lograr la paz y llamaron a la ciudadanía a construir el país que se necesita.
A lo largo del concierto, los de La Maldita Vecindad compartieron su apego a los valores más esenciales de la Independencia
, expresaron demandas de paz para el México de hoy, pero también de justicia, democracia y libertad, rechazaron la violencia y la pobreza predominantes, hicieron un homenaje a las mujeres y a los pueblos indígenas y gritaron un insistente ¡Ya basta!
Antes de cantar Love, la última rola, Leo Larregui, vocalista de Zoe, gritó: ¡Viva no México, vivan los mexicanos!
, y dijo que el gobierno es una mierda
.
El cantante rindió homenaje a los ciudadanos y al pueblo de México, y los exhortó a buscar la manera de construir el país que cada uno queremos
.
La segunda revelación fue un desfile de carros alegóricos y comparsas que se afanaban –con éxito o sin él– en dar nuevos significados a la diversidad de símbolos e identidades culturales de lo mexicano
mediante diseños y formas futuristas y materiales como vinil, látex, hule espuma, fibra de vidrio, madera y metal.
Y la tercera, un público al principio ralo, de sectores de clase media baja y popular cuyas familias parecía que iban a hacer caso de mejor festejar en casa y por la televisión, pero que salieron de la incertidumbre inicial y se convirtieron casi de repente en una enorme masa festiva.
Una masa que por momentos estuvo a punto de salirse de control pese a la sobrevigilancia, por lo que tuvieron que llegar más refuerzos policiacos locales y federales –unos 300–, sobre todo para apuntalar las vallas del concierto y poner diques a los grupos juveniles de slam, que en ciertas áreas parecían marejadas.
Una masa festiva identificada y esperanzada con su país, que gritó vivas a México hasta el infinito y que, con enojados ¡Culeeero!
, se cobró las afrentas más recientes en la figura del titular del Poder Ejecutivo, cuando éste apareció desde el Palacio Nacional en las muchas pantallas gigantes instaladas en la zona.
Desfile de altibajos
El desfile partió de Chapultepec sobre Reforma alrededor de las seis de la tarde y comenzó a pasar por Bucareli a las 6:45, con sus 27 carros alegóricos, decenas de contingentes y cientos de músicos, danzantes, acróbatas y personajes.
Dos horas de un espectáculo con altibajos y dividido en bloques temáticos: Independencia
, Revolución-Insurgencia
, Suave Patria
, Héroes y mitos
, Colonia y barroco
, La gran nación
, Culturas populares
, Prehispánico
.
A la cabeza, una banda sinaloense y luego cientos de jóvenes vestidos de negro hasta la cabeza, con tocados de nopales, sin coreografía ni coordinación, pero sí con mucho ánimo, quienes interpretaban canciones infantiles tradicionales.
Entre lo destacado, un barco de papel periódico, un contingente de revolucionarios y adelitas-títeres, hechos de madera y articulaciones de metal de más de dos metros de altura, integrados sus movimientos a los de sus operadores.
Tras la escultura monumental El Coloso, transportada en varias partes, se vieron enormes globos blancos con los rostros de Nahui Ollin, Juan Rulfo, Gabriel Figueroa, Consuelito Velázquez y Carlos Monsiváis.
Un gigantesco inflable en forma de Quetzalcóatl-Kukulkán logró sorprender al público y le arrancó aplausos y vivas, al igual que las muchas representaciones de personajes, divinidades, símbolos y mitologías prehispánicos: pirámides, calendario azteca, Mictlán, calaveras.
O los insurgentes y revolucionarios, y las representaciones regionales: jarochos, yucatecos, huastecos, norteños. En cambio, un sonriente Hernán Cortés a caballo sólo obtuvo silencio, aunque ya no las rechiflas de otros tiempos.
Pero la mayor admiración quizá la causaron los sorprendentes trajes, máscaras y danzas de los chinelos de Morelos, rarámuris de Chihuahua, mayos y yaquis de Sonora y Sinaloa, kurpites de Michoacán, negritos de Puebla, tlacololeros de Guerrero, voladores de Veracruz, mexicas del Distrito Federal.
El concierto comenzó también a las 18 horas y se prendió con mayor intensidad poco después de las nueve de la noche, con La Maldita Vecindad. También estuvieron los grupos Kinki e Instituto Mexicano del Sonido y, después del Grito, Zoe, que tocó hasta pasada la medianoche.
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