Bajo la llamada razón de Estado los gobiernos han cometido toda clase de abusos contra la población civil. Y en México, el gobierno de Felipe Calderón ha utilizado métodos ilegítimos, violentando el marco constitucional, para producir miedo a los ciudadanos, someterlos y reprimirlos a nombre de la razón de Estado. Secuestro, tortura, asesinato o ejecución extrajudicial son algunos de los crímenes cometidos por el Ejército, la Marina y la Policía Federal… todo en nombre de la guerra contra el narcotráfico.
Calderón asegura que su gobierno no ha cometido crímenes de Estado, que su gobierno no es autoritario, ni es el que asesina, mutila y desaparece a las víctimas como ha ocurrido en las dictaduras militares en Argentina, Chile o en Bosnia Herzegovina.
Felipe Calderón falta a la verdad. Miente. Miente, aún teniendo pleno conocimiento de los crímenes de Estado. Miente a pesar de haber sido informado a través de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de que el Ejército es la institución con mayor número de quejas por violaciones a derechos humanos que van desde las torturas, pasando por violaciones, desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias.
Felipe Calderón miente, porque sabe que durante su gobierno el número de denuncias contra el Ejército ha crecido un 400 por ciento y se sitúa en más de 5 mil expedientes. Miente porque también sabe que en enero la CNDH recibió, en total, 6 mil 916 expedientes de queja, de los cuales, 5 mil 638 fueron contra dependencias, entre las que se encuentran la Policía Federal, la Procuraduría General de la República y las policías municipales de cada estado.
Felipe Calderón miente, porque sabe que la Marina, el heroico cuerpo armado de la Marina Armada de México sigue los pasos del Ejército y desde hace tiempo ha empezado a torturar, ejecutar extrajudicialmente y desaparecer personas. Felipe Calderón miente, porque fue informado oportunamente por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que el año pasado recibieron 198 quejas contra miembros de la Secretaría de Marina por cateos ilegales, detenciones arbitrarias, tratos crueles e inhumanos, torturas y asesinatos. Peor aún: el número de denuncias contra marinos aumenta vertiginosamente; en el último año, según el ombudsman Raúl Plascencia, se recibieron alrededor de 500.
Felipe Calderón miente también, porque sabe que la penetración del crimen organizado en las policías estatales y municipales es muy alta y que sus crímenes de Estado también.
Y miente, porque sabe que aunque México no es Argentina, Chile, ni Bosnia, la realidad de esos países en sus muy distintas historias dictatoriales tiene que ver con Centros Clandestinos de Detención (CCD’s), miles de desaparecidos y fosas comunes; tres elementos que actualmente se aplican a la realidad de México con 30,000 desaparecidos, casi 60 mil muertos, 250 mil desplazados, 9,000 cadáveres sin identificar sepultados en fosas comunes y decenas de CCD’s.
Las víctimas de los crímenes de Estado de este gobierno tienen nombre y apellido y algunos periodistas llevamos cinco años contando las historias que hay detrás de cada persona violentada por los aparatos del Estado y por el crimen organizado. La impunidad de las fuerzas de seguridad estatales es absoluta. No hay condenas. Quienes nos hemos dedicado a reportear las dos violencias somos vistos con recelo, como si sólo estuviera permitido hablar de una de esas violencias. Es evidente que abordar la violencia de los cárteles de la droga es más popular, pero la otra violencia es igual de destructora y provoca la misma estela de dolor y sufrimiento, con el agravante de utilizar los recursos gubernamentales para delinquir.
Aquí, algunos ejemplos de crímenes de Estado del gobierno de Felipe Calderón:
1.- Jorge Otilio Cantú, asesinado por el Ejército el pasado mes de abril en Monterrey. El joven fue acribillado cuando iba a su trabajo porque aparentemente les pareció sospechoso a ocho soldados confesos que siguen impunes. Fueron ellos los que sembraron armas, movieron el cadáver y manipularon la escena del crimen para hacerlo pasar por sicario. Su padre salió públicamente a defender su honorabilidad y a desmentir con pruebas los dichos del Ejército que no tuvo más remedio que retractarse y aceptar su crimen, un crimen de Estado aún impune.
2.- Jehú Abraham Sepúlveda Garza, desaparecido por la Marina el 12 de noviembre del año pasado. Fue detenido por agentes de tránsito del municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León por estacionarse en un lugar prohibido. Entregado por estos a policías ministeriales, quienes finalmente lo entregaron a los marinos.
3.- Jesús Fernando Lozano Vázquez, de 18 años, torturado por el Ejército en junio del año pasado en Cadereyta, Nuevo León. Fue secuestrado junto a otros tres jóvenes. Los cuatro fueron torturados durante cuatro días. El delito sigue impune.
4.- Cuatro menores de edad violadas por soldados del Ejército en Michoacán, hecho registrado el 2, 3 y 4 de 2007 en Michoacán y cuyos nombres se reservan por su edad y seguridad. El caso fue abordado por Human Rights Watch. Aún impune.
5.- Jethro Ramsés Sánchez Santana, asesinado por soldados el pasado primero de mayo en Cuernavaca, Morelos. Fue secuestrado junto a su amigo Horacio Cervantes Demessa. Ambos se divertían en una feria, uno tuvo un altercado con un mesero, fueron detenidos por policías federales quienes los entregaron a un grupo de militares a cargo del Teniente Guerra de la 24 Zona Militar. Fueron torturados, Cervantes Demessa fue golpeado y abandonado en un paraje de Coatetelco en el municipio de Miacatlán y contó lo sucedido. Jethro murió a causa de la tortura. La Sedena se negó a dar los nombres de los soldados asesinos.
6.- Comerciante de Ciudad Juárez secuestrado y extorsionado, en septiembre pasado, por 12 elementos de la Policía Federal plenamente identificados y denunciados por el senador Ramón Galindo.
Y así podríamos seguir, con una lista de cientos de personas violentadas por los aparatos del Estado a lo largo y ancho del país, gente que ha caído en el profundo agujero de la impunidad endémica que padece México; gente que sigue esperando justicia y reparación; gente que desmiente con hechos las declaraciones de Felipe Calderón.
En México, el Estado si asesina, tortura, secuestra, viola, mutila y desaparece.
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